martes, 18 de diciembre de 2007

MACHU PICCHU


Desde su descubrimiento en 1911, Machu Picchu no ha dejado de concitar el interés yla admiración de gente de todo el planeta. El ingenio humano ha alcanzado tales alturas en contadas ocasiones. De allí que el epíteto "maravilloso" casi queda corto cuando se aplica a esta obra de la civilización incaica y a la belleza de su imponente escenario natural.


Los Incas, avanzada la títánica tarea de unificar bajo su dominio a los reinos y señoríos que florecían en la extensa área andina, concebían sus ciudades como centros administrativos, religiosos y nobiliarios y no como lugar de residencia de lo que podríamos llamar el estado llano, el pueblo. A éste le estaban asignados lugares o barrios en la periferia de los centros poblados.

Machu Picchu -construido según la mayoría de indicios cuando los Incas empezaron su avance hacia las tierras agrestes del cañón del río Urubamba, bajo el reinado de Pachacútec- responde a esta lógica. Es una pequeña ciudad con fines marcadamente religiosos y ceremoniales cuya construcción fue cuidadosamente planificada a partir, seguramente, de un acucioso estudio de la topografía de la zona y de la elaboración de una maqueta que guió las obras propiamente dichas.

Esta hipótesis es corroborada por dos hechos. Primero, porque se sabe, por información de los cronistas, que el mismo procedimiento se utilizó en la construcción de otras ciudades incaicas durante la reconstrucción del Cusco que emprendiera el gran Pachacútec, el principal artífice de la expansión del Imperio. Segundo, porque es evidente que en Machu Picchu impera un orden muy claro, un equilibrio en absolutamente todo que difícilmente puede ser fruto de la espontaneidad que gobierna el crecimiento de las ciudades que se forman a lo largo de períodos muy largos.

Otra semejanza, salvando las escalas, entre Machu Picchu y la capital imperial es la existencia en ambas ciudades de dos sectores notoriamente definidos, el agrícola y el urbano. Cada uno de ellos a su vez se dividía en una parte alta o hanan y una baja o hurin. El sector agrícola de la ciudadela incaica se extiende hacia el sudeste y antaño estaba separado del urbano por un foso seco. Consta de doce recintos y un centenar de andenes, además de escalinatas, drenajes, murallas y otras construcciones.

El acceso principal al sector urbano -una hermosa portada de dobla jamba- se ubica al sur de éste, lugar a donde llevaba el camino que venía desde el Cusco, serpenteando en su último tramo por las crestas de las montañas e hilvanando numerosos sitios arqueológicos, como Runkuraqay, Sayaqmarka, Conchamarca, Puyupatamarka y Wiñay Wayna. Este trecho es conocido actualmente como Camino Inca y se ha convertido en uno de los destinos más preciados para los amantes de la aventura.

Desde que Hiram Bingham, el descubridor de Machu Picchu, realizara las primeras exploraciones en la ciudadela, son numerosas las propuestas de interpretación del área urbana que han planteado los especialistas, basándose tanto en datos arqueológicos como en estudios de arquitectura incaica. Unos y otros, como se sabe, al no permitir arribar a conclusiones definitivas, dejan espacio para las conjeturas, que finalmente explican las divergencias entre distintos autores.

Partiendo entonces que todos los aportes para entender Machu Picchu son útiles pero ninguno totalmente acertado, nos ceñimos a una división general hecha por el arqueólogo cusqueño Manuel Chávez Ballón, quien ha dedicado gran parte de su vida a estudiar esta ciudadela. Esto nos ayudará, además, a imaginar los afanes cotidianos de quienes habitaron alguna vez en este maravilloso rincón del planeta.

En la parte occidental o alta se pueden distinguir dos sectores: el masculino y el religioso. Pertenecen al primero algunos recintos que al parecer fueron talleres y la cantera, así como el Palacio del Inca y el torreón, cuya arquitectura de planta semicircular recuerda la del Coricancha en la capital incaica. Estos dos últimos conjuntos destacan por el fino acabado de sus muros, sólo comparables con las mejores muestras de arquitectura incaica que se encuentran en el Templo del Sol y en el Templo de las Vírgenes, también en el Cusco. En el sector religioso, en cambio, se encuentran el Inti Huatana, el Templo de las Tres Ventanas y otros recintos que, al parecer, cumplían una función netamente ceremonial. Este sector, rodeado por hermosa andenería ornamental que pende sobre el abismo, ocupa el lugar más prominente de la ciudadela, lo cual seguramente se debe a que en él se realizaban observaciones astrònómicas.

La parte oriental o baja también estaba dividida en dos sectores, el de servicios y el femenino. En el primero, además de las viviendas y los depósitos, estaba el recinto de los morteros, donde seguramente se molían los granos del maíz. En el sector femenino, en cambio, se encuentra el conjunto de las Tres Portadas, uno de los más grandes de la ciudadela con sus dieciséis recintos interiores; un grupo de edificaciones que al parecer estaban destinadas a talleres y algunos depósitos, además del conjunto denominado Roca Sagrada o Templo a la Pachamama.

Una enorme plaza, que también debió servir de escenario para celebraciones religiosas, y dos plazas pequeñas contiguas a la anterior, separaban los dos grandes sectores que acabamos de describir, el hanan y el hurin. Partiendo de estos espacios abiertos, podemos crear a grandes trazos cómo era la vida en Machu Picchu.

En la gran plaza, como en su similar cusqueña, se celebraban sin duda las ceremonias religiosas más importantes, con asistencia, sólo en tales oportunidades, de los pobladores de barrios periféricos ubicados en un radio de cinco kilómetros, muchas veces en la otra orilla del río, para llegar a la ciudadela, estos agricultores utilizaban alguno de los ocho caminos que conducían a ella.

Todo parece indicar que la mayor parte de los entre mil y dos mil habitantes de Machu Picchu eran mujeres dedicadas al culto y a las labores artesanales estrechamente relacionadas con esta actividad, como el tejido y la elaboración de la chicha. Parte de ellas probablemente participaba en las ceremonias religiosas mientras el resto seguía el desarrollo de las mismas desde los talleres, viviendas o templos del que hemos denominado sector femenino.

Numerosos eran también los sacerdotes que tenían a su cargo alguno de los templos de esta ciudad sagrada y los especialistas en las observaciones astronómicas, importantes no sólo para las prácticas religiosas sino también para la agricultura. La vida de estos varones debió transcurrir principalmente entre los sectores masculino y religioso.

En Machu Picchu, quizá por temporadas, quizá permanentemente, debieron residir también, en el conjunto conocido como Palacio del Inca, algunos de los miembros de la panaca o linaje del gran Pachacútec, quien seguramente le asignaba a este sitio sagrado una singular importancia. El resto de los pobladores eran seguramente los servidores tanto de nobles como de sacerdotisas y sacerdotes, quienes probablemente tenían sus viviendas en sector de servicios.

Tal la vida en esta ciudadela situada a unos 100 kilómetros de esta otra ciudad sagrada que era el Cusco. Con sus casi 90 mil metros cuadrados de extensión, de los cuales poco más de la mitad corresponden al sector agrícola; con sus 172 recintos, 66 ubicados en el sector occidental o alto y 106, en el oriental o bajo; con sus 109 escalinatas con más de tres mil gradas; con su ubicación privilegiada en la cumbre de un cerro de laderas escarpadas y rodeado por un meandro del turbulento río Urubamba; con su vegetación exuberante, con proliferación de delicadas orquídeas, y su fauna tan diversa; Machu Picchu simboliza la plasmación de los grandes logros culturales de los antiguos peruanos.

Muchos intentos se han hecho por captar la esencia de esta ciudad sagrada en adjetivos y metáforas. "Alta ciudad de piedras escalares", "águila sideral", "nido de cóndores", "piedra exacta, densura tremenda", "dimensión de soledades", son sólo algunos de ellos. Para no olvidar, sin embargo, a los hombres y mujeres que edificaron este prodigio y habitaron en él, nos quedamos con estos versos de Alberto Hidalgo: No es Machu Picchu una ciudad de piedra/ella está hecha de hombres/ de su pasión/ sus sueños/ y su sangre.


- LUIS NIETO DEGREGORI

En: El Dorado. Revista Internacional del Perú,

octubre-diciembre, 1998. Págs. 116-124.


viernes, 23 de noviembre de 2007

CANTO A MACHU PICCHU





2

¿Quiénes
qué otros gigantes
sino los que estuvieron en la inauguración de mi atavismo
trajeron estas cimas
y las dejaron suspendidas en su propio suceso
clavadas
remachadas en el tiempo
soldadas al vacío
cohesionadas con su mismidad?

¿Quiénes
sino los forjadores de mi casta
pusieron esos ríos allá abajo
estas alturas acá arriba
y fabricaron esos campos
e hicieron funcionar a estas vicuñas
y edificaron estas flores
y dieron cuerda a estos caminos
que sin error siquiera de un milímetro
conducen siempre al corazón del pueblo?

¿Quiénes
sino mis prehistóricos
mis madrugadores de milenios
los anticipadores de mi frente
amontonaron tanta claridad
redujeron a escombros tanto límite
trasportaron a aquí tanta distancia
se hicieron ciudadanos de tanta inmensidad
almacenaron tantas intemperies
distribuyeron tantos climas
tanto cielo acercaron a la tierra
pusieron en sus hombros tanta atmósfera
y tanta paz en tanta tempestad?

¡Quiénes
sino ellos
se ponían duelos
cuando alcanzaban una meta
porque ya nada había por vencer?

¿Quiénes
sino ellos
dieron normas a los elementos
para que se entendieran con los seres
como viejos amigos?

¿Quiénes devolvieron a la escuela
a los ríos
para que reaprendiesen su alfabeto
de andar por entre el agua?
¿Quiénes lograron que los terremotos tuviesen siempre en cuenta
los intereses de su arquitectura
acomodando a éstos las expansiones de sus movimientos?
¿Quiénes modificaron las sustancias
y dieron a las cosas una estructura física distinta?
A nuestro planeta
¿quiénes lo hicieron a su semejanza?
¿Qui{enes crearon otra vez la tierra?

Fueron los míos

4

Convictos y confesos de que podían empezar un mirlo
asieron una piedra y le enseñaron a volar
No tenían soldados contra nadie
mas para estar a salvo se hicieron un ejército de piedra
lo cual quiere decir que perpetraron una fortaleza

Un día resolvieron que su vida no se mostrase más desnuda
y dieron orden a sus albañiles
de que cosieran esta indumentaria
infrágil
inarrugable
indiáfana
de piedra

Pensaron que tan cielo
los aposentos se resfriarían
y en industria de abrigo
los construyeron de condigna piedra

Un torreón solo fue su enojo
pues incesantemente en {el
la kpiedra
da la impresión de levantar un puño

Confidenciados de que el aire es hecho de una materia blanda
para evitar que se desentendiese de sí propio
lo enamoraron al reparo
de las filantropías de la piedra

¿Orquesta?
Nadie ignora que es cada piedra suya
un instrumento musical distinto
Dejen la luna arriba
exactamente en medio del extenso
y verán cómo todas se ponen a tocar
que es Machu Picchu una ópera de piedra

16

Sólo un género humano como el que aconteció en Tahuantinsuyo
podía acometer aquel milagro
Género humano de primera
cuyo color de suelo americano
lo identificaba como un mapa
firmado estampillado revisado
no heco de confección sino a medida de su tarea próxima
puesto a secar y con la tez curtida
por sus exposiciones al ulterior
que ya empezaba

Mujeres con las piernas de una acabada cortesía agraria
de corazón directo al matrimonio
sin adulteraciones en el paso
sin propuestas taimadas en el busto
sin exageración en la mirada
y tan madres que a veces
contemplando una lágrima
en trance de adornar una mejilla
hacían ademán de sacarse una teta para dársela
como si fuese un niño
Mujeres anchas
espaciosas
s{olidas
lo que indudablemente las hacía adecuadas a la empresa
de dar a luz una nación
Puede afirmarse sin literatura
que amamantaron muchas piedras
reservadas para casas de pobre
y de ahí que éstas den con sus paredes de superficie tersa
una impresión de rostros satisfechos

Hombres estacionados como maderas de ebanistería
que ni crujían con el sufrimiento
ni se quebraron al vadear la suerte
que se sabían de memoria sus obligaciones imposibles
y desafiaban la posteridad
a la que le extendían
uno tras otro
pagarés en blanco
ciertos de levantarlos con sus actos
No hombres de pelo sino pulso en pecho
capaces por lo tanto de cargar en la espalda su destino
y de ponerle el hombr a una gran causa
Cargaron en la espalda su trabajo
le pusieron el hombro a Machu Picchu
Hombres que en sólo cinco sílabas
pronunciaban el nombre de la patria
antes de haberla bautizado
Tahuantinsuyo
respondía el eco
cual si fuera el aplauso de los Andes

Con mi voz misma
ahora
debo rectificar al viento mío
que corre por las venas de mi verbo
No es Machu Picchu una ciudad de piedra
ella está hecha de hombres
de su pasión
sus sueños
y su sangre
..................................................................

- ALBERTO HIDALGO (Perú)
En: Antología personal, Buenos Aires, 1967.

ALBERTO HIDALGO (Arequipa, 1897 - Buenos Aires,1967).Su inclinación literaria hizo que renunciara a la carrera de medicina. Sus primeros poemas son de 1914.Radicado en la Argentina desde 1920, realizó una permanente labor literaria, con influencias del cubismo y del futurismo. Obra poética: Arenga lírica al Emperador de Alemania (1916),Panoplia lírica (1917), Química del espíritu (1923); Descripción del cielo (1928), Dimensión del hombre (1938), Biografía de Yomismo (1959), Antología personal (1967), Antología poética (1997).

NATURALEZA, POESÍA Y TRASCENDENCIA




Al lado de todo lo que usted encuentra sobre MACHU PICCHU, creo que será importante recordar que esta maravilla del mundo ya era motivo de alabanza, por la gente del lugar, por poetas de renombre universal, por conjuntos musicales y por cantantes antiguos y modernos.

El paisaje de Machu Picchu, desde diversos ángulos, es fascinante. Tal presencia hizo que surgiera el verbo, como una comprensible emoción del ser viviente. En este caso, el hombre. La naturaleza está ahí, para ser respetada y desarrollada por nosotros. No para agredirla. Es sustento de nuestra vida minuto a minuto, segundo a segunto.
Y para comprender la naturaleza, para explicarla, para expresar nuestras emociones, para servirnos de ella noblemente, viene la palabra. El signo, en la concepción más amplia, como plantean Pearce, Barthes,Greimas y otros semiólogos. No solo en la publicidad aplastante de estos días.En todo cuanto es parte del acontecer de la vida contemporánea. Entendemos, en primer orden, la palabra como el afán práctico del hombre de entenderse con los dioses, desde nuestras culturas prehispánicas, desde los griegos, desde la Biblia. La palabra es la fuerza que nos lleva a entendernos unos con otros, en las ideas y en las emociones, en lo efìmero y en lo permanente, porque no renunciamos a lograr la inmortalidad.
Somos testigos de los afanes de pensadores contemporáneos por explicarnos el poder permanente de la palabra, para marcar nuestra presencia en el mundo. Saber y poder van juntos, mediados por la palabra, como nos explica Foucault. Igualmente, son importantes las reflexiones de Heidegger, Habermas y Eco, entre otros.

En este caso específico, hemos seleccionado la palabra ligada a Machu Picchu. Como valiosa información de entrada, para propios y extraños, incluimos el texto de Luis Nieto Degregori, por ser, a nuestro juicio, una de las presentaciones más claras y breves sobre el santuario inca.

Hemos revisado el libro de Hiram Bingham, que en sus textos y en sus fotografías buscó compilar todo lo que pudo acerca de la historia inca. Pudo centrar su estudio en Machu Picchu.

En poesía, el santuario alimentó la emoción de los poetas. Es el caso de Alberto Hidalgo, en Canto a Machu Picchu. De la misma manera, Martín Adán, en La mano desasida. Canto a Machu Picchu. Juan Gonzalo Rose también nos dejó un pequeño testimonio. Una de las composiciones más difundidas es sin lugar a dudas Alturas de Machu Picchu de Pablo Neruda, logro épico singular que inclusive ha sido musicalizado. El poema Hidden Door de Lawrence Ferlinghetti resulta significativo porque pertenece a uno de los protagonistas de la beat generation en los Estados Unidos. Este movimiento va muy ligado a los cambios en la música, en el cine y en la actitud social de los seres humanos luego de los estragos de la segunda guerra mundial. Desde entonces a hoy, vivimos en un enorme esfuerzo por salvar y fortalecer nuestro lado espiritual, aquí y en todos los continentes. Queremos reencontrarnos con el lado más puro y natural de lo humano.

Seguramente hay otros textos que se sumarán a los que conocemos. Sin duda, hay un ingente testimonio gráfico (fotos y videos) y música que directa o indirectamente se inspiran en este magnífico monumento, fusión de lo divino y lo humano.